Pequé de ingenua, masoquista, pendeja, ilusa, autodestructiva y estúpida cuando pensé que tú también lo hacías, cuando pensé que éramos y no éramos, cuando pensé que ardías como yo todo el día con todos los fuegos, cuando pensé que éramos los dos weones más vivos de la tierra. Cuando pensé que el milagro era posible.
Es por esto que todos tus discos pares, tus sólo 20 km por hora, tus semáforos en rojo, tus mieditos y precauciones, hicieron que hoy ya no seamos… ni amigos, ni amantes, ni compañeros, ni hermanos.
Y si hoy ya no te hablo, no te miro, ni te necesito es sólo una demostración de lo que me costó alguna vez ser decente contigo y no pasarme por la raja tus plegarias de niño-bien que nadie cree y dejar mis propias convicciones de lado para no asaltarte con mis manos, robártelo todo de una vez y empujarte al vacío lleno de todo lo que tanto no-querías
No fuimos, no somos y no seremos nunca… los dos weones más vivos de la tierra.
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